Para un pueblo devoto de las telenovelas




Desde la invención del radio hasta los modestos artefactos tecnológicos de hoy día, los televisores, podemos decir que ha existido la telenovela. Basta con hacer un recorrido por una ciudad pueblo o comunidad para darnos cuenta de la importancia que tiene un televisor en cada hogar y el nivel de audiencia que tienen las novelas a diario. Para algunos estos  pueden ser vistos como un instrumento educativo, para otros es simplemente el pan de entretenimiento de cada día. 

Sonará ilógico  pero en algunos casos quizá no encontremos un refrigerador o una cocina de gas, pero si un pantalla plana y las deudas con las casas comerciales que los ofrecen al contado. También, las cuentas elevadas de luz eléctrica, pues este artefacto tan indispensable quizá se mantenga encendido gran parte del día. Y así cada miembro de la familia tiene su espacio y su horario para el mejor amigo del hogar.

En Nicaragua según informes del observatorio de medios de la UCA, los canales nacionales que captan mayor audiencia durante el día son los que ofrecen una buena gama de telenovelas, por lo que en las programaciones de cada canal se encontrarán alrededor de seis novelas por día. Lo suficiente para que la ama de casa realice sus quehaceres mientras disfruta de una buena telenovela o para que los muchachos de la casa al regresar del colegio miren su novela antes de hacer sus tareas. Y las mejores, que son las de la noche, se disfrutan en familia.

 En este género existen de todo tipo, desde las que hacen reír hasta las que te sacan las lágrimas. Novelas de romance, las clásicas, de ficción, de la vida cotidiana, etc. Y en marcas muchos dicen que las brasileñas  son las mejores, sin opacar a las mexicanas que no dejan de tener gran público, aunque para otros representen una total pérdida de tiempo. Todas ellas son minuciosamente diseñadas con la intención de mantener el interés permanente del público. Así también hay telenovelas para todas las edades y desde los pequeños hasta los adultos crecen con este género televisivo.

De esta manera, la telenovela perfila como una de las fuentes principales de entretenimiento para la audiencia de los canales nacionales. Pero sería ingenuo dejar de mencionar sus características que por lo general son más destructoras que edificantes. Por su extensión, la telenovela tiene que mantener una trama que atraiga al público de manera que no se canse o se aburra y es allí donde encontramos una serie de historias utópicas y fantásticas que mantienen a su audiencia en una especie de falsa realidad e intriga. Muchos se inmiscuyen tanto en la historia que empiezan a vivirla como propia, a actuar o comportarse como su actor favorito o como el malo de la novela.

 El problema aquí no es precisamente que se admire a un actor o actriz  sino que se frustran porque sus vidas no pueden ser como la historia de la joven que era pobre y que de repente encontró a su príncipe azul y se volvió millonaria o la cantidad de obstáculos que pasa una pareja antes de casarse y luego son felices "para siempre". Las novelas, cuando no se tiene una personalidad definida, pueden llegar hasta a cambiar la manera de pensar y de ver la vida de un individuo. Éstas enseñan a mentir, a engañar, a desconfiar,  a decir la verdad, a ayudar a los demás o a hundirlos.

La novela puede enseñarnos a todo dependiendo del punto con el que más nos identifiquemos. Puede inspirarnos a luchar por un sueño o a seguir luchando frente a una dificultad. Pero algo si es cierto, y es que más que otra cosa sigue siendo sólo una fuente de entretenimiento que no quita ni añade conocimiento.
Es necesario que empecemos a cambiar el entretenimiento por programas más educativos que nos ayuden a enfrentarnos a la vida viviendo nuestras propias historias y realidades  y no añorando las de otros.

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